Afinar el Violín
Un violín se puede afinar por las clavijas que se encuentran en la parte superior del diapasón en el clavijero o por los afinadores que se encuentran en el extremo opuesto sobre el cordal.
Las clavijas son para dar tensión a las cuerdas y aproximarse lo más posible al tono deseado. La clavijas son cónicas. Se giran lentamente pero ejerciendo presión sobre ellas de forma que queden trabadas en el clavijero cuando la soltamos. Nunca haga presión sobre la clavija mientras sostiene el violín por el cuerpo. Esto podría dañar el instrumento. Conviene sostener con una mano el instrumento desde el clavijero o en su unión con el mango mientras se ajusta la clavija con la otra mano.
Los afinadores son para hacer una sintonía fina cuando la cuerda está sólo un poco fuera de tono. Antes de tensar la cuerda con las clavijas se debe comprobar que los afinadores tengan libre todo su recorrido y no toquen la tapa del violín. Para volverlos a su posición inicial, solo se deben aflojar en su totalidad hasta separarlos lo más posible de la tapa sin sacar los tornillos de su lugar.
Cuando se deben reemplazar todas las cuerdas o cuando hay varias cuerdas fuera de tono, se deben ir tensando con las clavijas de forma pareja, tratando de evitar tener cuerdas tensas y flojas al mismo tiempo. Esto podría causar una presión desigual en el puente haciendo que no funcione correctamente dificultando el afinado.
Comience lentamente con la cuarta cuerda (Sol) y continúe progresivamente por el resto, terminando en la primera (Mi), esta última es la mas frágil y requiere cuidado durante el ajuste. Es importante controlar que durante el afinado, el puente conserve su posición vertical. Una vez que nos acercamos a la nota deseada lo más posible con las clavijas, se debe continuar con los afinadores, siendo estos reservados para los ajustes finales.
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